...Era el sexto mes, "Elul" (+ ó - 22 agosto / 23 septiembre) nos relata el evangelista Lucas en 1:26, cuando aconteció la Anunciación a María , y no el 25 de marzo; como no son 9 meses de embarazo para llegar al 25 de diciembre, sino 9 lunas (+ ó - 256 días). Eso nos lleva al mes "Iyar" o "Sivah" ( + ó - 21 marzo / 21 mayo); hasta el siglo IV las fechas más comúnmente propuestas para la Navidad eran el 28 de marzo, el 18 de abril o el 29 de mayo. Ésto en la Iglesia Católica primitiva, después (como revela la Enciclopedia Católica -Tomo III, pág. 727-) se prefirió hacer entender a los romanos que Jesús era el "Sol de Justicia" que nació por nosotros (Malaquías 4:2), cubriendo así con la Navidad a la bien conocida fiesta romana solar -del culto del sol- ‘de Natalis Invicti’, que se celebraba el 25 de diciembre. Celebración pagana de antiguo origen babilónico en la cual, en el solsticio de invierno, los babilonios daban culto al hijo del sol (astro encendido por Lucifer, cuando era un ángel de Dios todavía), mientras que los romanos celebraban las fiestas saturnales romanas dedicadas al falso dios Isat o al falso dios indo-iranio de la luz, el calor y la fecundidad, Mitra (sí, mitra, como la toca alta "out of fashion" de los cardenales). Aún el exegeta bíblico Herbert W. Armstrong, escribió: “Nimrod -rey de la antigua Babilonia- era tan perverso que se dice se casó con su propia madre, cuyo nombre era Semiramis. Muerto prematuramente, su llamada madr-esposa, Semiramis, propagó la perversa supervivencia de Nimrod como ser espiritual. Sostenía que de la noche a la mañana, un gran árbol (de tipo siempre verde) surgió de una cepa muerta, lo cual simboliza el nacimiento de Nimrod a una nueva vida. Ella declaró que cada aniversario de su natalicio Nimrod dejaría regalos en el árbol. La fecha de su nacimiento era el 25 de diciembre. He aquí el verdadero origen del árbol de Navidad" (cristianizado por Martín Lutero). Y si bien ésta sea la antigua tradición del árbol navideño, nosotros bien sabemos que ahora quiere representar tanto el árbol del conocimiento del bien y del mal, presente en el paraíso perdido y del cual no se tenía que comer (en el pasado los regalos eran más bien frutos secos o frutas abrillantadas), como el árbol de la vida eterna del cual podremos comer nuevamente en el nuevo paraíso gracias a Cristo (...es Navidad, ¡se abren los regalos y se comen las golosinas!).